lunes, 24 de octubre de 2011

La Espiritualidad, Mito o Realidad?


En los últimos tiempos, dada la crisis general que enfrenta la sociedad, hay dos conceptos que han captado la atención de aquellos que confían en  una mejoría, y es el término “ecológico” o “green” y por otro lado la “espiritualidad”; y esta última más,  por el hecho de que algunas figuras influyentes han incursionado en la misma. Por lo que ya sea por moda, por curiosidad o interés genuino, todos quieren saber un poco más al respecto. En esta ocasión, trataremos específicamente el tema de la espiritualidad, procurando  dar una luz al respecto de lo que significa llevar una vida espiritual, desde la humilde opinión de la voz de la conciencia.




Alguna vez se ha preguntado qué sería tener una vida espiritual? Será lo mismo que una vida religiosa? Como podría usted llevar una vida espiritual? Existe algún beneficio en practicarla? Será posible alcanzar la paz en medio del caos que se vive hoy en día? Preguntas como estas serán aclaradas en lo adelante.



Hay un rasgo muy distintivo en la sociedad actual y es que se ve marcada cada vez más por el materialismo y el consumismo acelerado,  nos vemos impulsados constantemente  por deseos, al parecer insaciables, de poder y posesiones. Pero luego que conseguimos lo que queremos, nos damos cuenta de que estos vanos esfuerzos nos alejan más y más de la paz interior y de la felicidad. Aunque los bienes materiales que nos rodean sean placenteros, hoy en día mucha gente experimenta insatisfacción, miedo, ansiedad e inseguridad. Al parecer, algo nos hace falta internamente.


Y ese algo es la espiritualidad humana en su sentido propio. Tenemos que entender que somos seres espirituales dentro de un cuerpo físico y por tanto, no podemos satisfacer nuestras necesidades tan sólo por medios materiales. Claro está que nuestro confort físico requiere de bienes, pero éstos por sí mismos no pueden proporcionar  satisfacción mental y mucho menos espiritual.



En la actualidad, podemos notar claramente que la vida espiritual, desafortunadamente, no constituye una prioridad. Vemos que en la mayoría de  instituciones se promueve la práctica de valores, pero en un sentido muy relativo, es decir, como cada cual lo  logre interpretar, a su conveniencia, y vemos como se confunde la línea entre lo que es un valor y un anti valor.

Pero a qué se debe esto? Simplemente a que el ser humano ha  olvidado de donde viene, ha olvidado quién es realmente y se cree ser  el centro del universo, ignorando que es una partícula insignificante con relación a la inmensidad de éste. El ser humano ha olvidado su relación con la fuente de toda la creación y de sí mismo…Y esto es la espiritualidad,  significa poder tener una relación directa con el Creador, y esta relación trasciende el mismo estilo de vida de la persona.

No importa que tan crítica haya sido tu situación, que triste haya sido tu vida, automáticamente reconoces a la divinidad y empiezas a relacionarte con ella, tu vida empieza a cambiar, es el comienzo de la mejor etapa de tu vida sin importar que tan difíciles hayan sido las circunstancias que te hayan llevado a poner tu atención en ella.
Ahora bien dicho lo anterior, Que sería llevar una vida espiritual?

Mucha gente tiende a confundir la vida espiritual con la vida religiosa. La palabra religión tiene muchos significados; en particular, se refiere al trato con lo sagrado y con los valores supremos de la vida. También se relaciona con las ceremonias, rituales y formalidades. Por otra parte, el término espiritualidad se refiere a la experiencia directa de lo sagrado, la relación con la divinidad sin dogmas, es escuchar la voz interior que vive en ti, la voz de tu conciencia.  No puede haber religión sin espiritualidad, y si lo hay entonces no es auténtica, pero si puede haber espiritualidad sin religión.

La vida espiritual no se trata de un simple ritual, o de dedicar unos minutos al día a hacer una oración, o asistir una vez por semana a  una reunión. La vida espiritual va mas allá…Será acaso tener experiencias sobrenaturales, vivir retirado de la sociedad o tener experiencias místicas? Tener contacto con seres superiores? Practicar la meditación?  Aunque esto puede formar parte de ella, todavía es mucho más…

Acaso no es también ser espiritual, ocuparse de mejorar como ser humano y aplicar en el día a día lo que se va aprendiendo?, No será también tratar de mantener ese estado que se consigue con la meditación durante el resto del tiempo; es decir, vivir consciente del momento presente, tomado en cuenta que tenemos tres planos que cuidar y alimentar: físico, mental y espiritual,  recordando siempre que estamos en la materia por alguna razón?

Crees acaso que mientras trabajo o estudio, mientras comparto con mi familia, mientras me dirijo hacia un lugar, en mi relación de pareja, como ciudadano, cuando comparto con un amigo, conocido o desconocido no puedo llevar una vida espiritual? Cuando sirvo a los demás? Esa es la verdadera vida espiritual, tener esa conciencia plena y ese amor hacia  cada ser de la creación en cada cosa que hago. Es entender que formo parte de la divinidad, y por tanto en cada uno de mis actos debo procurar que se sienta orgulloso de mí. Es llevar la espiritualidad a cada acto de la  vida cotidiana.

Ahora bien, sé que muchos de ustedes se estarán preguntando cómo podría desarrollar mi vida espiritual si esto para mi es algo totalmente nuevo?
La vida espiritual se desarrolla a medida que se practica, a medida que nos hacemos consiente de quiénes somos y vamos aplicando lo aprendido en cada detalle de nuestras vidas…muchas personas se pasan la vida teorizando sobre lo religioso, pero, del dicho al hecho hay mucho trecho, por lo que  la mayoría  viven una religiosidad  vacía, sin hechos, ni aplicación en la vida  cotidiana.

 Simplemente se limitan a una simple ceremonia sin ni siquiera estar presentes en cuerpo, mente y espíritu en ese momento. Sólo cumplen con unos reglamentos momentáneos pero la mayor parte del tiempo alimentan con más cantidad de energía todo lo demás. Y que sucede con esto? Que cada vez que estoy atento a algo, que soy consciente de algo, lo alimento  con la energía que mi mente dirige hacia allí.  Es por esto que si pensamos un rato en Dios,  pero, después, durante las restantes horas que duramos despiertos, estamos pensando y atentos a los deseos de nuestra mente, a nuestras obligaciones, a la gente con quien tratamos, a la comida, a los problemas económicos; en fin en lo que hice o haré y dejo de estar en el momento presente,  en definitiva  estos aspectos son los que van adquiriendo un carácter de realidad, de fuerza, en nuestras vidas, y no lo que llamamos mundo espiritual o conciencia plena.

La vida espiritual crece, se dinamiza, en la medida en que nuestra mente la alimenta, la nutre con la energía. Si estamos tratando de estar atentos a la noción del Ser Supremo, ésta se irá haciendo fuerte, sólida, real, crecerá y pesará en nuestra con­ciencia y en nuestra conducta y por lo tanto nuestra vida estará en armonía.  En cambio, si no pensamos, no dirigimos nuestra aten­ción a ese orden de realidad, entonces, para nosotros, la espiritualidad será una idea muy elevada.

Esto no quiere decir que necesariamente tenemos que dedicarnos a partir de ahora a hacer una vida contemplativa, a entrar tal vez en un monasterio, porque de otro modo no hay for­ma que uno pueda dedicarse a cultivar esa conciencia men­tal de lo espiritual. No, afortunadamente hay otro medio para que podamos desarrollar esa conciencia de lo espiritual y, en consecuencia, su fuerza en nuestra vida y en nuestro interior.

Ese modo consiste en que aprendamos en nuestra vida diaria a establecer esta conexión directa con la Divinidad, es enfocar nuestra atención en él desde que nos levantamos, de manera que seamos cons­cientes simultáneamente de lo exterior y de lo interior. Es entender que soy parte la energía superior creadora del universo,  y asimismo todo el que me rodea,  y actuar conforme a este entendimiento. Tatuar en nuestro pensamiento, sentimientos y acciones el primer mandamiento de la ley de Dios que es: “amar a Dios sobre todas las cosas y amar a tu prójimo como a ti mismo”.

La vida espiritual no se predica, se demuestra y un autentico ser espiritual lo pone de manifiesto en cada una de sus acciones.  Es por esto que no puedo decir que vivo en comunión con la divinidad  si abuso de mi poder, si soy corrupto, si traiciono, si no cumplo como ciudadano, si soy orgulloso, si siento odio en mi corazón, envidia, lujuria y demás… No puedo decir que soy un ser espiritual si maltrato a mi prójimo porque en el otro también  esta Dios.

No puedo decir que soy un ser espiritual sino dedico tiempo para ser mejor, mejor ser humano, sino me preocupo por mi evolución, sino dedico tiempo y esfuerzo  para cultivar mi relación con la divinidad. Muchos dicen que Dios es lo más importante en sus vidas, pero ante cualquier situación difícil o de gloria lo olvidan.

Las prácticas espirituales tienen por objetivo final despertarnos; o sea, conocer nuestro verdadero Yo y la relación de unidad que tenemos con lo sagrado. Pero en ese proceso, las prácticas espirituales ofrecen muchos otros dones, beneficios y grandes satisfacciones.
Con una vida espiritual fructífera, constante, la persona logrará una armonía total con su entorno y   enriquecerá su existir diario. La persona aprende a valorar cada segundo de su existencia y todo lo que le rodea: ya sea  su familia, sus estudios, su trabajo, naturaleza, dones y algo sumamente importante es que aprende a colocar cada cosa en su justa dimensión y darle la prioridad que en verdad amerita, dando paso a una vida equilibrada. Además, mejorará enormemente sus relaciones interpersonales y la vida de los demás, optando por el bien común.

Con el paso del tiempo, las prácticas espirituales producen transformaciones maravillosas en nuestros corazones, mentes y vidas. Al abrirse el corazón y aclararse la mente, podemos ser  cada vez testigos de sus más profundos beneficios.

Allí, en nuestro interior, encontramos al fin el descubrimiento más profundo, importante y significativo que es posible efectuar a cualquier ser humano. Dentro de nosotros encontramos nuestro yo más profundo, y nos damos cuenta de que no sólo somos más de lo que imaginábamos, sino más de lo que podemos imaginar. Nos vemos como la creación de lo sagrado, y sabemos entonces que estamos íntima y eternamente ligados a lo sagrado, que para siempre lo sagrado nos abraza y nos llena de gracia. Es ahí que descubrimos que el reino de Dios esta en cada uno de nosotros. Y Este descubrimiento, representa la meta más profunda y el más pleno florecimiento del desarrollo espiritual.


Ahora bien, la pregunta que deberíamos hacernos cada uno de nosotros es si queremos alcanzar realmente una vida espiritual y si ya la estamos practicando preguntarnos si es una vida espiritual auténtica o aparente?
La razón de esta pregunta es porque muchas veces estamos en  un camino ya sea espiritual y/o religioso, no porque surgió en nosotros de un modo espontáneo y natural,  sino por el hecho de que se nos ha inculcado a través de las costumbres y la educación una serie de ideas que conllevan un conjunto de obligaciones;  por lo que cabe entonces  plantearse la pregunta de hasta qué punto la persona es auténticamente espontánea, cuando trata de abrirse hacia ese mundo espiritual, y hasta qué punto están actuando en ella solamente los condicionamientos que la educación y la presión del exterior le han inducido.

Porque es evidente que si esta persona está actuando sólo en virtud de presiones y condicionamientos externos, desde un punto de vista social porque sea interesante y hasta quizás útil, o desde un punto de vista de evolución psicológica, no sirve para nada; lo único que realmente sirve en el sentido de evolución, de crecimiento de la persona, es lo que surge de dentro,  del espíritu, lo que es auténtico, lo que es inherente a la persona, lo que es expresión espontánea de cada ser.

Y es por esto que hacemos un llamado al interior de cada uno, y hacemos un llamado no para que cuestionemos la  vida espiritual y/o religiosa en sí misma, sino la actitud de cada uno de nosotros hacia ella. Son muchas las personas que están viviendo de un modo ficticio una vida espiritual, y que, por lo tanto, no es una vida, sino una mera imitación, un supuesto. Y lo cierto es que esas personas que muchas veces viven una vida ficticia creen que están viviendo una vida sincera y auténtica. De ahí surge el primer problema: ¿Cómo aprender a diferenciar cuándo la vida espiritual es realmente algo que uno hace de veras, o cuándo es, simplemente, producto de lo adquirido, de lo que ha venido de lo exterior?
Es algo que debe surgir de lo mas profundo de tu espíritu, debe haber un amor genuino hacia el Absoluto y sobre todo estar dispuesto a enfrentar todas las barrearas que te impidan la comunión con él.

Hay que entender que si el estímulo viene del exterior, la  persona puede lograr cambios pero sólo temporales; mientras que si es la motivación es interna, la vida espiritual le transforma. Si viene de una fuente externa o por conveniencia, la  vida religiosa le aprisiona, mientras que si es auténtica, la vida espiritual le libera.

La vida espiritual autentica de una persona no consiste tan sólo en su mejora personal o en una constante atención al alma, sino en una respuesta, libre e incondicional al impulso y la llamada del Espíritu Santo, sea cual sea el coste. Pues una vida espiritual es una vida en donde todo lo que hacemos viene de nuestro centro, en donde estamos anclados a la divinidad; una vida llena por el sentido de su realidad y una entrega al gran movimiento de su voluntad.

Aprendamos del ejemplo de las células, que aunque parezca lo suficiente extraño pero nuestro propio cuerpo puede enseñarnos todo lo que necesitamos saber. Las células de nuestro cuerpo están ya haciendo lo que necesitamos aprender. Mi cuerpo hace todo mejor, con más pasión y compromiso que yo. Las células de mi cuerpo no tienen ningún problema con dar todo de sí para  participar en la vida. Unas cien mil millones de ellas formaron el mismo acuerdo silencioso, que puede describirse a través de cualidades que la persona más espiritual envidiaría —pero que al mismo tiempo la persona más práctica las enviaría también. Estas cualidades compartidas hablan elocuentemente de lo que una célula está de acuerdo en lo que se debe y no se debe hacer para alcanzar el desarrollo y el perfecto funcionamiento de nuestro organismo.

Para que nuestro cuerpo pueda funcionar armoniosamente, cada célula aunque trabaja de forma independiente obedece a un objetivo común, no hace lo que quiere, sino lo que es mejor para el organismo.  Si cada célula por un momento hiciera lo que quisiese o decidiera no hacer nada, causaría la muerte a nuestros cuerpos en fracciones de segundos.  Sin embargo que irónica es la vida porque ese es nuestro principal comportamiento: Somos egoístas y avarientos. Nos negamos a cooperar; nos comportamos como si no hay un propósito mayor más importante que las demandas de yo, mí, y el mío. En nuestra fragmentación y confusión hemos estado ignorando el mismo modelo de una vida espiritual perfecta dentro de nosotros.

La única forma de salir de este mundo de ilusión, ignorancia y sufrimiento, locura, engaño y desinformación, es a través de la autorrealización, el camino de la evolución y de la  trascendencia. Y esto sólo se logra por medio  de una vida espiritual al cultivar una relación con el absoluto, porque sólo él puede destruir todos los velos de la  ignorancia. Para alguien que entiende y se da cuenta de esta enseñanza esotérica, no hay necesidad de cualquier otro conocimiento, ya que este es el camino hacia felicidad total, el cumplimiento de los deseos y la libertad espiritual.

Aprende a conocer al ser que vive en ti, cultiva tu espíritu, guíate por él. Recuerda que no siempre es la multitud la poseedora de la verdad absoluta y no pienses que haces un esfuerzo vano porque sólo eres una gota del mar,  porque ten presente que el mar sería menos si le faltase esa gota. Todos tenemos esa vocecita que nos dice que hacer en cada momento de nuestras vidas, desarrollo tu relación con la voz de tu conciencia, convive con ella, guíate de ella; ya que es la única vía de ser y de alcanzar el desarrollo pleno en la vida.

Infinitas Bendiciones, 
Voz de la Conciencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario